• Dom. Feb 16th, 2025

Obras del MNCARS, del IVAM y del MURAM se suman a la exposición Una biografía pintada, del artista Eduardo Arroyo, en el Centro Niemeyer

Ocho obras del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), seis del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y una del Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena (MURAM) se suman a la exposición Una biografía pintada, del artista Eduardo Arroyo (Madrid, 1937-2018), una de las figuras clave del arte contemporáneo español más reciente, que tendrá lugar en la Cúpula del Centro Niemeyer del 7 de febrero al 4 de mayo, con Marisa Oropesa de comisaria.

La exposición Una biografía pintada del Centro Niemeyer, contará con ocho obras prestadas por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS): Los cuatro dictadores (1963), El último exilio (1963), Robinson Crusoe (1966), Oui oui, nous rentrerons dans le Marché Commun (Sí sí, entraremos en el Mercado Común) (1971), Le jour où j’ai rencontré mon premier amour (El día que conocí a mi primer amor) (1971), Toda la ciudad habla de ello. El gato negro (1982), Madrid-París-Madrid (1984), Gatos y perros (1989).

Arroyo, uno de los forjadores de la figuración crítica que nació en la España del desarrollismo durante la década de 1960, a partir de su exilio forzoso en París, elabora los fundamentos de un imaginario asociado a la crítica de la realidad política española, a la naturaleza del papel del artista alienado por la distancia impuesta y al análisis del sentido de los lenguajes canónicos de la vanguardia, convertidos ya en convenciones, tal y como explican desde el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Arroyo, mediante una figuración conectada a la del arte pop, con elementos abiertamente expresionistas, el políptico Los cuatro dictadores reúne en imágenes paralelas a Franco, Salazar, Hitler y Mussolini en un gesto asociativo que recuerda los oscuros orígenes, vinculados a los totalitarismos de entreguerras, de los regímenes dictatoriales que perviven en la Península Ibérica y buscan su homologación con las democracias occidentales.

Los cuatro personajes aparecen representados como peleles formados por un amasijo de vísceras, decorados con elementos relativos a la iconografía dictatorial construida por cada uno de ellos, y con detalles que remiten a hechos históricos (referencias como los alambres de espino de los campos de concentración en la efigie de Hitler o el bombardero y los manifestantes en la imagen de Franco). Entre lo grotesco, lo infantil y lo animal, pero abiertamente políticos, los cuatro retratos de Arroyo le supusieron su veto definitivo en España tras su presentación en la III Bienal de París, añaden desde el MNCARS.

La pintura como crítica de las condiciones laborales

En el caso de Le jour où j’ai rencontré mon premier amour (El día que conocí a mi primer amor), Arroyo retrata en esta pintura al joven minero Jean Pierre Antinori que fallece junto a dieciséis compañeros en la explosión de la mina de la localidad francesa de Fouquières-lès-Lens, ocurrida el 6 de febrero de 1970. La difusión pública de la catástrofe en esa pequeña localidad minera del norte de Francia, sin que los hechos fueran esclarecidos, originó un movimiento de protesta ciudadana en la que participaron un grupo de diecisiete artistas, que se trasladan al lugar para obtener información directa de los mineros y sus familias.

Posteriormente este grupo de artistas, como colectivo, editaron un álbum de serigrafías y realizaron dieciséis cuadros, que fueron expuestos en la XXII edición del Salon de la Jeune Peinture celebrada en París en 1971. Los miembros de este colectivo denominado Réalité quotidienne de travailleurs de la mine (Realidad cotidiana de los trabajadores de la mina) pintan a partir del álbum fotográfico de la viuda del joven minero Antinori, del que Arroyo extrajo el cliché para su retrato del minero y su esposa. El título de esta obra se encuentra extraído de una anotación que aparecía en la foto original, que Arroyo elimina, al igual que el fondo que aparece en la misma fotografía, transformado en la pintura en negro, cuyo claroscuro potencia la iluminación centrada en las manos entrelazadas de la pareja.

Protagonismo para Tina

Constantina Pérez Martínez “Tina” (Santa Cruz de Mieres, 1929 – 1965), represaliada por las protestas mineras asturianas, protagoniza esta exposición en el Centro Niemeyer, una mujer cuya vida causó un gran impacto en Arroyo, quien le dedicó múltiples retratos denunciando la dictadura franquista

“Arroyo la presenta en primer plano, desafiante, con un encuadre que incluye la cabeza y los hombros para así resaltar los detalles de la mujer retratada, en especial su castigo por manifestarse a favor de los derechos de los trabajadores: su cabeza rapada. A pesar de haber sido torturada y vejada, el rostro de Tina nos es mostrado con fuerza y determinación, demostrando que la violencia que han ejercido sobre ella no la asusta, más bien al contrario: la hace reafirmarse en su lucha. La estética que sigue Arroyo es la de ‘Retrato de bailarina española’ (1921) de Joan Miró, a su vez inspirado en la portada de la revista de 1920 Mundo Gráfico, en la que Conchita Pérez era la protagonista”, explica la comisaria de la exposición, Marisa Oropesa.

De esa temática se suman también a la exposición Una biografía pintada del Centro Niemeyer, Sama de Langreo (Asturias) La femme du mineur Pérez Martínez, Tina Tondue por la pocile IV, procedente del Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena (MURAM), la primera obra que Arroyo dedicó a Tina.

Y también cuatro obras del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) que Arroyo hizo sobre Tina, Constantina Pérez Martínez, represaliada por las protestas mineras asturianas: La moglie del minatore Pérez Martinez, Constantina, detta Tina, rapatta della polizia (1969), Sama de Langreo, Asturias, septiembre 1963. La moglie del minatore Pérez Martínez, Constantina, detta Tina, rapata della polizia (1970), Constantina Martínez rapatta dalla polizia (1970) y Tina (1974).

A esas obras sobre Tina se suman desde el IVAM los óleos Toda la ciudad habla de ello (1982) y Princesa de Eboli. Ojo al parche (1991).

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